Estar en sintonía consigo mismo y el ambiente.
La Dieta Mediterránea, lo que el mundo necesita
Un estilo de vida que representa la historia, la voluntad agrícola y la fecundidad de las tierras locales, junto a la salubridad que ofrecen sus alimentos, es lo que se conoce mundialmente como Dieta Mediterránea, Patrimonio inmaterial de la UNESCO desde el 2010.
Cuando en 1951 el médico militar Ancel Keys viajó a Italia, quedó asombrado de saber que en el país los infartos no eran un problema y que, al contrario, eran muy raros. Los ancianos italianos de hecho vivían mucho más respecto a sus pares en Estados Unidos, lo que provocó en el doctor Keys mucha curiosidad.
Después de diferentes estudios, lo que vinculó la longevidad de los habitantes de Cilento, Cerdeña, Nápoles y las islas grecas, fue el modo en el cual se nutrían. Una variedad de verduras y frutas, poca carne, pescado azul, legumbres, vino y el rey de la dieta, el aceite de oliva, resultaron ser la mezcla perfecta para un organismo sano y perdurable en el tiempo. Su primer libro “Come mangiar bene e stare bene” (Cómo comer bien y estar bien), fue un récord en esos años y llevó a Ancel Keys a ser nombrado como “El hombre del año” en USA, lo que impulsó la pasión por la dieta mediterránea y la hizo popular en el mundo.
Compartir la mesa también alarga la vida.
Algo que va más allá de los alimentos en sí, es la tradición de la cocina italiana.
Vivir en armonía con la naturaleza, recoger hortalizas, mezclar ingredientes y exaltar el sabor de los frutos de la tierra en convivencia con la familia y amigos alrededor de una mesa, es otro punto que la Dieta Mediterránea abraza desde hace siglos y que resulta ser un ritual de buenas vibras que asciende la calidad de vida de sus habitantes.
Compartir la mesa también es alargar la vida.